La tos es una respuesta a la irritación de los nervios conocidos  como receptores de la tos, que se hallan en las vías respiratorias superior e  inferior. Los receptores de la tos se concentran especialmente dentro de la  garganta y los puntos de ramificación más importantes de las vías  respiratorias. También se encuentran en los senos, canales auditivos, tambores  del oído, esófago, abdomen y revestimientos del corazón y pulmones.
Mecanismos de la tos
Estos receptores de la tos pueden irritarse mediante  mecanismos múltiples, incluyendo medios mecánicos, como la presión; mediante la  irritación causada por contaminantes químicos presentes en el aire, tales como  ozono o dióxido de sulfuro; o por la respuesta inflamatoria a los agentes  causantes de alergias (alérgenos) o infecciones tales como un resfriado u otro  virus.
Al ser estimulados estos receptores, se envía un mensaje al  centro de la tos en el cerebro, que a su vez envía mensajes a los músculos del  pecho, diafragma y pared abdominal para que se contraigan.
Este proceso inicia la tos. La tos es un reflejo que también  puede producirse o inhibirse voluntariamente.
Actúa como el "perro guardián" de los pulmones,  protegiéndolos contra intrusos peligrosos o enemigos internos que amenazan  con enfermarlos.
Por consiguiente, la tos sirve para proteger nuestras vías  respiratorias manteniéndolas despejadas para que podamos respirar.
Tiene buenos y malos efectos: si bien una tos ayuda a  despejar las vías respiratorias de mucosidades, materias extrañas o sustancias  nocivas, también puede propagar infecciones y ser incómoda.
Causas de la tos
La causa más común de la tos que dura una a dos semanas es  el resfrío común. Mientras que las más comunes de tos crónica son: goteo  posnasal, asma y sinusitis, todo lo cual puede ser desencadenado por las  alergias. Otras causas son: reflujo gastroesofágico, bronquitis crónica,  reacciones a fármacos, bronquiectasia (tubos bronquiales dañados o  agrandados), infecciones, irritantes ambientales y causas psicosomáticas  (debidas a la mente consciente o inconsciente). Entre las menos comunes se  incluyen: fibrosis cística, tumores, neumonía, defectos congénitos,  enfermedades cardíacas o inmunodeficien-cia, entre otras. Es común que exista  más de una causa que la provocan. Si usted tiene una tos crónica, asegúrese de  consultar a su médico para determinar sus causas.
Tratamiento de la tos
Puesto que es un síntoma y no una enfermedad, la terapia  satisfactoria depende de la terapia específica del trastorno subyacente. Por  ejemplo, la tos debida al asma debe ser tratada con medicamentos antiasma. La  tos provocada por la sinusitis debe tratarse con antibióticos y la tos por  rinitis alérgica, con antihistamínicos o aerosoles nasales de esteroides. 
Cuando es causada por el reflujo gastroesofágico, mejora con  el tratamiento del reflujo; en tanto, si es inducida por fármacos, se resuelve  al dejar de administrarlos. Si la tos se debe a defectos congénitos, puede  requerir cirugía. Cuando la tos la ocasionan irritantes ambientales, se trata  mejor evitando o eliminando los irritantes. A veces, si no puede identificarse  ninguna causa claramente, tratarla con medicamentos específicos puede servir  como examen diagnóstico, si se resuelve la tos. En los adultos, los supresores narcóticos  de la tos son un tratamiento temporal efectivo.
La mayoría de los preparados para la tos que se venden sin  receta son combinaciones de supresores de la tos, los llamados expectorantes,  descongestionan^o y antihista-mínicos. Las combinaciones diferentes tratan  síntomas distintos, así es que lea las etiquetas detenidamente. Las pastillas  sin receta con anestésicos locales pueden ayudar a los síntomas. Lo más  importante es acudir a su médico si persiste la tos durante más de dos semanas.