viernes, 23 de enero de 2009

Las infecciones en los alérgicos

Punto y aparte. Hasta aquí hemos visto cómo se desarro­lla el proceso de infección y cuál es la respuesta del sistema inmunológico de una persona no alérgica. Por lo que ya podemos pasar a ver cómo se desarrolla todo este mismo proceso cuando se trata de una persona alérgica.


Si bien las infecciones en los alérgicos se producen de igual manera, es decir que también son provocadas por un agresor o alérgeno que ingresa en el organismo, la diferen­cia está en cómo actúa su sistema inmunológico. Lo que se­ría una respuesta normal, ante el peligro de una posible in­fección, en el caso de un alérgico se traduce en una res­puesta exagerada por parte de su organismo, que comien­za a producir abundantes cantidades del anticuerpo IgE.


Como paso siguiente, la presencia desproporcionada de este anticuerpo en el organismo termina producien­do las manifestaciones clínicas de la alergia, las cuales son de tipo e intensidad variable, incluso con el riesgo de llegar a ser graves. En resumen: en el afán de preve­nir una infección, el sistema inmunológico "deficiente" del alérgico termina produciendo consecuencias de ca­rácter mucho más nefasto para el organismo.


Como se producen las infecciones en los alérgicos


Los factores más importantes que hacen posible una infección son dos.


La habilidad natural del agente infectante para pasar las barreras naturales y los tejidos, lo que se conoce como virulencia.


El grado de labilidad o eficiencia del sistema general de defensa del individuo durante las diversas fases del ataque del germen (susceptibilidad).


Por lo general, los mecanismos de defensa (sistema inmunológico) de una persona normal tienen una capaci­dad limitada de respuesta. Además, requieren una expo­sición repetida a un determinado germen, y durante un tiempo prolongado, para lograr niveles óptimos de efica­cia. Por ello, es posible que se cause una infección fácil­mente ante una primera exposición a un nuevo germen, cuando la exposición es exagerada, o cuando se cambia por alguna razón la ruta de entrada habitual del agresor. Del mismo modo, una mayor oportunidad de contacto con gérmenes de variada virulencia puede ser suficiente para explicar la elevada frecuencia con que aparecen in­fecciones en las vías respiratorias altas.


Todas las personas son susceptibles a infecciones pro­venientes de miles de gérmenes distintos. En tanto, el propósito del sistema inmunológico es prevenir al orga­nismo reconociendo a los gérmenes y combatiéndolos antes de que puedan causar las infecciones. A tal fin, el sistema inmune tiene la particularidad exclusiva de aprender a reconocer la apariencia de un germen y re­cordarla siempre (memoria inmunológica). Además, debido a que algunas familias de gérmenes tienen apa­riencias similares, cuando el sistema inmune aprende a reconocer a un miembro de la familia, también le pro­tege la infección de cualquier miembro de esa familia. Una vez que su sistema inmunológico ha aprendido a reconocer a un germen en particular, es difícil que un nuevo contacto con él produzca una infección.

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