Así es como, al iniciar la floración, liberan una cantidad muy grande de partículas polínicas al aire (con las cuales se reproducen), iniciando así un período de aproximadamente tres meses de temporada "polínica ".
En climas como el nuestro existen dos temporadas de lluvias: las de invierno y las de verano, con lo cual resultan dos temporadas de alta polinización, que coinciden más o menos con la primavera y el otoño.
Es debido a ésta gran concentración de pólenes en el aire, que las personas con predisposición alérgica hereditaria -lo que se hereda es la facilidad para sensibilizarse- tienen más probabilidades de sensibilización en este tiempo, o si ya se ha "alergizado", comenzarán a manifestar síntomas oculares (la llamada conjuntivitis primaveral), síntomas nasales (rinitis o sinusitis) o síntomas bronquiales (bronquitis alérgica o asma bronquial).
La mayoría de las personas le adjudica sus molestias "al cambio de clima "; sin embargo la temperatura y humedad ambiental no causan alergia en sí, pero en cambio influyen directamente en la concentración de polen en el aire en un momento determinado.
Sintomas de la alergia al polen
- En todos los individuos, tanto niños como adultos, las reacciones pueden ser de intensidad y duración muy variadas, dependiendo siempre de su grado de alergia.
- En ocasiones llegan a ser casos muy severos, que requieren incluso hospitalizaciones frecuentes o prolongadas.
- Desafortunadamente, a pesar de lo frecuente de este problema, o incluso a pesar de lo intenso de las molestias, muchas personas ignoran que tienen alergia, y tratan sus síntomas como si fueran resfríos o infecciones respiratorias, manejadas con antibióticos, generalmente autorrecetados, obteniendo pobres o nulos resultados y corriendo riesgos reales de sufrir complicaciones.
- Una manera práctica de prevenir la alergia al polen consiste en extremar los cuidados en los meses indicados en el cuadro de la página anterior.
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