jueves, 21 de febrero de 2008

Alergia a los medicamentos

Cualquier medicamento puede causar alergia. Pero algu­nos son más propensos que otros a causar sensibiliza­ción; tal es el caso de la aspirina y sus derivados, la peni­cilina y otros antibióticos.

Por otra parte, es importante tener presente que tam­bién puede desencadenar un cuadro de alergia el ingerir la leche de una vaca tratada con penicilina u otro antibiótico.

En los casos en que el médico sospeche que el pacien­te puede ser alérgico a un determinado medicamento, le hará un testeo antes que la receta, y así evitará conse­cuencias desagradables.


Sintomas de la alergia a los medicamentos


Cuando se desarrolla una verdadera alergia, las señales y los síntomas dependen del sector específico del sistema inmunológico que esté afectado.


La reacción alérgica más grave es la anafilaxia, que sólo es fatal en caso de no ser atendida a tiempo. Por lo tanto, los pacientes deben mantenerse atentos ante la presencia de cualquiera de los siguientes síntomas, ya sea que aparez­can solos o de manera conjunta:



  • enrojecimiento

  • sensación de calor;

  • picazón; y/ urticaria;

  • hinchazón en la garganta (el llamado edema laríngeo);

  • asma (broncoespasmo);

  • mareos causados por baja presión sanguínea;

  • ritmo cardíaco irregular;

  • náuseas o vómitos;

  • calambres estomacales;

  • shocks.


Estos síntomas requieren atención médica inmediata, incluyendo una inyección de epinefrina (adrenalina).


La mayoría de las reacciones anafilácticas ocurren dentro de la hora siguiente al momento de exposición a la droga. En el 5 al 20 por ciento de los casos, una repe­tición de la reacción anafiláctica puede producirse horas después. Esto ocurre habitualmente en personas que han tenido una reacción inicial grave, y muchos suelen desa­rrollar síntomas como picazón y urticaria mientras toman el fármaco.

lunes, 11 de febrero de 2008

Alergia al Polen

Cuando se produce el cambio de temporada, germinan, se desarrollan y florecen una gran variedad de plantas, siempre con las características propias de cada región.

Así es como, al iniciar la floración, liberan una canti­dad muy grande de partículas polínicas al aire (con las cuales se reproducen), iniciando así un período de aproximadamente tres meses de temporada "polínica ".

En climas como el nuestro existen dos temporadas de lluvias: las de invierno y las de verano, con lo cual resul­tan dos temporadas de alta polinización, que coinciden más o menos con la primavera y el otoño.


Es debido a ésta gran concentración de pólenes en el ai­re, que las personas con predisposición alérgica heredita­ria -lo que se hereda es la facilidad para sensibilizarse- tie­nen más probabilidades de sensibilización en este tiempo, o si ya se ha "alergizado", comenzarán a manifestar sínto­mas oculares (la llamada conjuntivitis primaveral), sínto­mas nasales (rinitis o sinusitis) o síntomas bronquiales (bronquitis alérgica o asma bronquial).


La mayoría de las personas le adjudica sus molestias "al cambio de clima "; sin embargo la temperatura y hume­dad ambiental no causan alergia en sí, pero en cambio influyen directamente en la concentración de polen en el aire en un momento determinado.


Sintomas de la alergia al polen


- En todos los individuos, tanto niños como adultos, las reacciones pueden ser de intensidad y duración muy va­riadas, dependiendo siempre de su grado de alergia.


- En ocasiones llegan a ser casos muy severos, que requie­ren incluso hospitalizaciones frecuentes o prolongadas.


- Desafortunadamente, a pesar de lo frecuente de este problema, o incluso a pesar de lo intenso de las moles­tias, muchas personas ignoran que tienen alergia, y tra­tan sus síntomas como si fueran resfríos o infecciones respiratorias, manejadas con antibióticos, generalmente autorrecetados, obteniendo pobres o nulos resultados y corriendo riesgos reales de sufrir complicaciones.

- Una manera práctica de prevenir la alergia al polen consiste en extremar los cuidados en los meses indi­cados en el cuadro de la página anterior.